Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora
Hace
muchos años Pixar produjo una película muy aburrida que, sin embargo, tenía la
gracia de no ofender a ningún fanático religioso. El príncipe de Egipto se estrenó en 1998 y rabinos, curas e
imanes estuvieron de acuerdo en que la visión que los estudios ofrecían de
Moisés iba de acuerdo con su fe. Desde entonces, a nadie se le había ocurrido
hacer otra película tan larga y sobre todo tan llena de sobresaltos religiosos.
Finalmente, el señor Ridley Scott decidió hacer exactamente lo contrario que El príncipe de Egipto: ofenderlos
a todos por igual.
Comencemos
por los cinéfilos que son quienes conciernen aquí. Quienes aún teníamos fe en
Scott, autor del Alien de 1979
y del Blade Runner de 1982, Exodus nos ofende por lo
aburrido, lo insulso y lo descabellado de una historia que, no por sabida, deja
de ofrecer intrigas que este guión no resuelve. A los afroamericanos los ofende
porque Ridley Scott vuelve blancos a los egipcios cuando todo mundo sabe que la
civilización egipcia fue construida por negros. Cleopatra cautivó a César (muchos
siglos después, se entiende) gracias a sus encantos morenos. A los cristianos
los ofende porque Dios es un muchachito de aspecto berrinchudo y a los judíos
justamente porque le da figura humana.
Pero
volvamos a los cinéfilos. Supongamos que aún hubiésemos dos o tres creyentes en
Scott. Lo veíamos perdido, en efecto, como en un largo penar por un desierto en
que no se atrevía a hacer una película que contuviese sus preocupaciones más
profundas. Después de Prometheus
comenzamos a dudar de si alguna vez Scott tuvo preocupaciones profundas o solo tuvo
la fortuna de tocar la flauta como el burro del refrán, dos veces. Y ayudado
siempre por efectos especiales.
Si
Scott hubiese querido hacer en realidad una película memorable con un tema bíblico
habría tenido que recordar que la más importante de todas las películas con
tema neotestamentario, El Evangelio
según San Mateo de 1964, no tiene un solo efecto especial.
Tengo
la impresión de que Scott ha querido ser uno de esos directores capaces de
acometer cualquier tema con la misma profundidad, pero no. La verdad es que
ahora pienso que no tiene ninguna preocupación artística especial. En el 2000, Gladiator fue la última película
más o menos decente que dirigió. Y la Academia hizo bien en premiarlo en aquel tiempo
porque el director (quien sin duda es parte de la historia de Hollywood) parece
haber ido en picada tan espectacular como la de su Black Hawk.
En
fin, que este Exodus: Gods and Kings
es racista, insulsa y lo peor: absolutamente innecesaria. ¿Para qué competir
con The Ten Commandments de
Cecil B. DeMille? En aquel año de 1956 el cine como
espectáculo de masas también estaba en crisis a causa de su lucha contra el
televisor. Fueron directores como DeMille quienes mantuvieron vivo a Hollywood.
Si hoy la industria del cine como entretenimiento de masa dependiera de Scott,
bien podríamos decir: “Hollywood, estamos en problemas”.
Exodus:
Gods and Kings (Exodus: dioses y reyes) Dirección: Ridley
Scott. Guión: Adam Cooper, Bill
Collage, Jeffrey Caine y Steven Zaillian. Música: Alberto Iglesias Fotografía: Dariusz Wolski. Con Christian Bale, Joel Edgerton y John
Turturro. Estados Unidos, 2014.
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