Fernando Zamora
@fernandovzamora
Quedarse con que la historia de La postura del hijo (mejor traducción: el punto de vista del
niño) es la de una madre controladora y un hijo castrado, es como decir que El Quijote es la historia de un
loco. La obra de Calin Peter Netzer ganó el premio Fipresci y el Oso de Berlín
al menos por dos cosas. En la historia vemos a una buena variedad de personajes
arrojados al mundo por el comunismo de la posguerra (eso que llaman “socialismo
real”). Aquí está la aristocracia de siempre. Sigue repartiendo dinero para
comprar conciencias, sigue corrompiendo. Aquí están los viejos policías,
representantes de la burocracia que en el nuevo capitalismo rumano también se
dejan sobornar y sobre todo dos personajes que no hay que perder: un millonario
con coche más potente que el del niño
del título (contar la historia sería de muy mala educación) y una familia de
campesinos que siguen viviendo en condiciones similares a las del tiempo en que
Drácula era príncipe de Valaquia.
La segunda razón por la que La postura del hijo merece un premio como el de la Federación Internacional
de Prensa Cinematográfica está en el estilo. Suele llamársele realismo soviético y me parece
que en México está muy de moda. Creo, sin embargo, que aquí se usa en forma
reaccionaria. Me explico. Las tomas largas en que la vida transcurre mostrando
su desnudez surgió como una posición política que el imperio soviético impuso
para mostrar con absoluta sencillez y “honestidad” la vida cotidiana. En ella
veíamos entonces o el horror del idealismo burgués o la delicia del
materialismo socialista. Kieslowski y otros polacos comenzaron a utilizar este
lenguaje oficial para denunciar el horror del mismo régimen
soviético. Al hacerlo se adentraron en algo que en aquellos tiempos estaba
prohibido nombrar: el alma. El realismo soviético utilizado como reflexión
metafísica ha dado al mundo algunas de las mejores obras del cine europeo de la
posguerra: desde los hermanos Dardenne hasta el rumano Mungiu. Sí: el progreso
en el arte es posible. Utilizar un estilo para denunciar a sus promotores lanzó
al arte muy lejos. Ahora, cuando en México se usa este tipo de cine para
mostrar la realidad desde su perspectiva más materialista uno siente que ha
revivido Stalin. Esto no significa, por supuesto, que autores como Peter Netzer
no sean capaces de dar una nueva vuelta de tuerca al estilo. En La postura del hijo los autores
se adentran en la nueva alma de Rumania sin conceder que las cosas hayan
cambiado necesariamente para bien. El final es rotundo. Si entendemos todo lo
que el protagonista está dejando atrás con un apretón de manos veremos que hay
algo que mueve al mundo: es algo hermoso y lleno de luz. El realismo soviético
usado como ejercicio de denuncia o propaganda política es reaccionario y
cómplice de aquella barbarie; usado para mostrar el misterio insondable de la
realidad humana es abrir el horizonte a un realismo metafísico en el que vivir
a pesar de ser este niño–adulto, aún es posible.
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FICHA TÉCNICA
Pozitia copilului (La postura del hijo). Dirección:
Calin Peter Netzer. Guión: Razvan Radulescu y Calin Peter Netzer. Fotografía:
Andrei Butica. Con Luminita
Gheorghiu, Bogdan Dumitrache y Ilinca Goia. Rumania, 2013.
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