En 2004, Gerardo Herrero (productor de El Secreto
de sus ojos de Campanella) me dijo que el problema de los mexicanos es que
estamos obsesionados con el norte: “a los mexicanos sólo les interesa Estados
Unidos”, concluyó. En aquel tiempo yo buscaba dinero en el programa/premio Cine
en construcción que se otorga en la ciudad de San Sebastián. Justamente en Cine
en construcción ganó Gloria, participante chilena de la Muestra
Internacional de Cine de la Cineteca.
Lo dicho por Herrero se confirma independientemente
del éxito que han tenido algunas películas mexicanas en Cannes. La mayoría de
los cinéfilos aquí comparan Cannes con el Oscar, dislate similar a confundir un
anillo de diamantes con una tienda de joyas. En 2004 cuando tuve aquella
conversación con Gerardo Herrero comprobé que, efectivamente, las instituciones
mexicanas minimizaban San Sebastián: el IMCINE no promocionó nada, no hubo
cobertura de prensa, los directores y productores mexicanos veían a los
inversionistas europeos y latinoamericanos con desdén. Me parece que aquí está
la verdadera diferencia entre lo que es “cine de festival” y lo que aquí se
cree que es eso.
Gloria
ha participado en al menos cuatro festivales mayores que poco o nada se cubren
en México. Apoyado en San Sebastián el cine chileno (que no existía hace veinte
años) ha conseguido el prodigio de hacerse con una historia.
La principal virtud de Gloria está en que los
guionistas consiguen que, sin diálogos, seamos capaces de entrar en la mente de
la protagonista: saber lo que piensa esta sesentona a la que le gusta bailar y
fumarse de vez en vez un churro. Esta señora que todavía tiene los arrestos
para meterse en líos amorosos ha sido encarnada por Paulina García y si uno
quiere saber lo que es actuación “de festival” aquí está ella para mostrarlo.
Lelio no abusa del Neorrealismo, usa actores de verdad. Forjado en el oficio de
periodista, el director tiene un ojo puntual que, sin embargo, no confunde el
minimalismo con la falta de imaginación o peor, la sencillez con la arrogancia.
Hay un momento sí, en que el film refiere a una de las escenas cumbres de Muerte
en Venecia (Gloria se arregla y escucha a Mahler) pero las pretensiones se
detienen de golpe para reiniciar la historia. Contención. Ni director ni actriz
ni guionistas permiten que el personaje se les salga de control en aras de
imitar “un estilo”.
Así como Herrero me dijo que México no tenía ojos
más que para Estados Unidos, la mexicana Bertha Navarro, productora del Laberinto
del Fauno me dijo una vez que lo que México necesita son productores de
verdad. Productores como Pablo Larraín. Imagino a Lelio y a Larraín en San
Sebastián pidiendo dinero para dar vida a Gloria, esta mujer cuya existencia se
ve sacudida por toda clase de calamidades que incluyen, claro, al amor. Sí, más
que directores lo que aquí faltan son productores que se
arriesguen a ir más allá de California, que tengan miras para buscar
inversionistas con ganas de darle vida a una mujer que sintiendo a la muerte,
le da por bailar.
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FICHA
Gloria.
Dirección: Sebastián Lelio. Guión: Sebastián Lelio y
Gonzalo Maza. Fotografía: Benjamín Echazarreta. Con Paulina
García, Sergio Hernández y Diego Fontecilla. Chile, España, 2013.
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