Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora
Un
toque de pecado de Zhangke Jia hila cuatro historias en
torno a una violencia seca y a menudo trivial. El tema en el Festival de Cannes
resultó por supuesto un éxito. Tanto que al director le entregaron la presea
como guionista. Y yo en mi papel de preguntón profesional me digo: ¿será que
Cannes sigue premiando sus propios prejuicios? Puede que sí. Un toque de
pecado es el mosaico de un país en que el capitalismo salvaje (sistema
mixto le llaman los chinos) ha dado al pueblo más miseria que progreso. Ya se
sabe que esa clase de discursos pega bien en Cannes, así que ¡tenga su premio!
De
las cuatro historias la primera es sin duda la mejor, entre otras cosas porque
encuentra uno influencias de Dostoievski. Zhangke Jia parece querer analizar el
alma humana desde el sinsentido del mal. Así, cierto caballo golpeado sin
compasión (que remite directamente al caballo en el sueño de Raskólnikov) no
tiene otro propósito que “denunciar” al mal por el mal mismo. Se trata de un
mal muy romantizado que se elabora en cuatro historias que están más al
servicio de impresionar a cierto público que a explorar el porqué de la
violencia humana.
En
las otras tres historias es fácil perderse. ¿La violencia es producto de la
alienación? ¿Del cambio de sistema? ¿Del mal por el mal mismo? Si ésta fuese la
respuesta los personajes tendrían algo del protagonista del No matarás
de Krzysztof Kieslowski aunque la diferencia estriba en el tono: el director
polaco se hacía una pregunta poética y no, como aquí, elegiaca.
Modernidad,
dicen los antropólogos, no es que un país pueda vender lo que le venga en gana,
regulado tan solo por el mercado. En un país moderno el arte y la investigación
científica son libres de la moral políticamente reinante y es en este sentido
que Un toque de pecado resulta importante (tal vez por eso cierra
la desangelada 56 Muestra Internacional de Cine). Es una crítica sin velos que
no ha sufrido censura del gobierno.
La fotografía
es deliciosa: sobre el cielo gris de contaminación e invierno, los rostros
asiáticos se ven más hermosos, los colores resaltan y uno penetra la psique de
un creador que sabe que ver morir divierte cuando se filma con elegancia. El
comentario social es el más complicado de definir (y es claro que hay un comentario
social). Zhangke Jia está evidenciando tal vez que en el estado actual de las
cosas en China cualquiera de esas cuatro historias podría suceder en otra parte
del mundo, así que bienvenidos a la globalización. Un infierno. Violencia por
la violencia misma. Cuando despertamos, el caballo de Raskólnikov seguía aquí.
Uno
busca el comentario social porque la violencia que une este mosaico chino está
lejos de ser una farsa o un divertimento como los de Tarantino o el maestro Chan-wook
Park, en cuya violencia era inútil detenerse porque era gratuita y hermosa
o, mejor, era gratuita justamente por hermosa. Aquí no. Los asesinatos salpican
y uno termina preguntando: ¿por qué? La respuesta, creo, es ambigua. Tan ambigua
como esa China que tanta curiosidad sigue causando en Occidente.
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FICHA TÉCNICA:
Un toque de pecado (Tian zhu ding).
Dirección: Zhangke Jia. Guión: Zhangke Jia. Música: Giong Lim.
Fotografía: Yu Likwai. Con Wu Jiang, Lanshan Luo y Li Meng. China,
2013.
No acostumbro a ver muchas peliculas Chinas pero esta es la excepcion.
ResponderEliminarLed Lampen