Fernando Zamora
@fernandovzamora
En 1995 había comenzado a
decaer el arte del video-clip. Por aquellos años, Jake Scott filmó uno con base
en “Everybody Hurts” de R.E.M. Bird
People comienza con una secuencia muy similar a este video: En el metro
atiborrado, los espectadores escuchamos pensamientos de hombres, mujeres y niños
perdidos en el mundo moderno. Lo mismo sucedía en Las alas del deseo aunque la referencia era mucho más
discreta y original.
Bird People participó en el prestigioso premio de Cannes Un
Certain Regard. No ganó a pesar de que la historia, si uno la mira bien, tiene cierto
encanto que, por otra parte, se pierde a veces: la obra dura demasiado tiempo y
no consigue pegar en una sola dos historias de distintos protagonistas.
Él es un ejecutivo estadunidense,
millonario al que estamos acostumbrados en las películas que se refieren a
París. La diferencia está en que el hombre, deprimido tal vez luego de haber
visto en la carretera un accidente, decide dejar toda su vida atrás. Tal cual. El
tipo planta a su mujer, a sus hijas y a sus empleadores; simplemente decide no
subirse al avión que tendría que llevarlo a cerrar un jugoso contrato en Dubai.
Fin.
Ella, la protagonista, es
recamarera. Desde la primera secuencia que tanto recuerda al video-clip de
R.E.M., sabemos que tiene una relación particular con los pájaros. En efecto, Bird People debió llamarse Bird Woman porque la heroína, por
razones que solo pueden atribuirse al realismo fantástico, un día se convierte
en uno de esos gorriones que suelen meterse en broncas con los gatos y los
humanos por igual.
Algunas preguntas
interesantes emergen luego de dos horas metidos en esta ficción. ¿Por qué un
hombre exitoso decide dejar todo su mundo atrás? Sabemos, por una charla que
sostiene con el taxista del hotel, que no se trata de que, como ha sucedido ya con
otros personajes muy vistos en el cine, se haya enamorado de París. Al
contrario. Su viaje no pasa del hotel del aeropuerto, con su comida mala y su
decoración “internacional.”
A más de uno le gustará Bird People justamente porque en
la sociedad que vivimos muchos quisieran (yo no) abandonarlo todo un día.
Dejarlo todo sin darle a nadie una explicación: ni al jefe ni a la esposa ni al
público que está mirando la película. Para el protagonista de Bird People, vivir se ha
convertido en un estado de guerra, un “permanente estado de guerra” que lo
tiene sometido en forma existencial.
Pasadas las dos horas,
Pascale Ferran, el director, decide dar a toda la película una dosis de buen
humor. Hay entonces incluso una alegría que emana de esta hermosa camarera
francesa que se ha convertido en un pichón. La vemos volar y entrar indiscretamente
en la vida de los otros. Si no fuera porque hemos visto secuencias semejantes
en programas de Animal Planet, la cosa parecería muy original.
Bird People no es una mala película aunque es demasiado larga
y no termina por conseguir mezclar una historia digna de Disney con un
videoclip existencial para ofrecer al público lo que promete: una inesperada
historia de amor.
Bird People (Alas
de libertad). Dirección: Pascale
Ferran. Guión: Guillaume Bréaud y
Pascale Ferran. Fotografía: Julien
Hirsch. Con Josh Charles, Anaïs
Demoustier, Francia, 2014.
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