viernes, 13 de julio de 2012

La realidad del deseo


Por: Fernando Zamora

En Happy together de Kar Wai Wong el amor está en unas cataratas al otro lado del mundo. Iguazú es un universo que todo devora; un azul muy saturado en el que canta Caetano Veloso. La transición entre la sensual (y apremiante) escena de amor homosexual que batallan Po-Wing y Yiu-Fai y las descomunales, devoradoras, coloridas cataratas de Iguazú es para el cine como un pasaje de Proust. Luego de la directa exposición (en voz en off) de un amor que consume, vienen el sexo y la humedad. El cambio del blanco y negro al color recuerda el que hacía, para distinguir realidad y fantasía, Víctor Fleming en 1939. Happy together es, como El mago de Oz, una road movie; un coming of age, pero sobre todo es alegoría del amor como imperio del deseo de dos cuerpos que no pueden dejar de tocarse, penetrarse.
En este sentido resulta muy provocadora la proyección de Happy together con In the mood for love en el Museo Carrillo Gil, los próximos 19 y 20 de julio. Si en la primera el amor es pura realidad, una realidad que se consume en la apremiante búsqueda de los orgasmos, en In the mood for love los protagonistas viven un puro deseo que no trasciende el espacio. Vistas juntas ambas obras ofrecen un muy pulido ejemplo de lo que el amor erótico es en la amplitud de sus diversas manifestaciones: tensión entre realidad y deseo. El amor en Happy together es pura realidad: caricias, pleitos y reconciliaciones que aspiran a terminar un día frente a esta incontenible fuerza natural, Iguazú; metáfora de algo que no puede ser contenido. Al otro lado de la cuerda vibrante está el platonismo de In the mood for love, retrato de un amor que es deseo; un puro deseo lento e inatrevido; deseo que no puede trascender el espacio hasta la realidad por miedo —tal vez— al encuentro con esas cataratas azules que devoran en su centro infinito. Cernuda tenía razón: entre la realidad y el deseo vibra el amor. No es posible amar lo que no se desea.
Happy together es como una de esas obras renacentistas cuya importancia trasciende la belleza de la imagen de Doyle (quien también fotografió In the mood for love). Kar Wai Wong dirigió Happy together el año en que el efervecente centro cultural y financiero de Hong Kong cambiaba de manos y pasaba del imperio inglés al imperio comunista. La película puede ser leída, entonces, como alegoría del amor que es imperialismo; uno de esos que ejercen sobre sí mismos los amantes cuando amor y odio los funden en un hecho sexual. Happy together no es sólo la película más sensual que ha filmado el maestro Kar Wai Wong; es, además, una obra que marca la trascendencia de sus obras con sabor inglés hacia una serie de obras con sabor más chino. No es casual, por otra parte, que el director haya elegido el retrato de un amor que, despreciado por “decadente y burgués”, iban a detractar los comunistas. Pero Happy together trasciende cualquier discurso político; aquí el amor es deseo que vibra un instante como saeta que no atina a encontrar su blanco.

Chun gwon cha sit (Happy together o Historia de un encuentro). Dirección Kar Wai Wong. Guión Kar Wai Wong. Música Danny Chung. Fotografía Christopher Doyle y Mark Lee Ping-bin. Con Tony Leung Chiu Wai y Leslie Cheung. Hong Kong, 1997

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