viernes, 12 de octubre de 2012

Las otras razones de Frankenstein



Por: Fernando Zamora

Aun quienes perdieron la fe en Burton (tal vez a causa de Alicia en el país de las maravillas o por haber producido Lincoln cazavampiros) pueden volver a encender una vela. Frankenweenie (2012) va hacia el espíritu de Burton tan en sus orígenes que parece secuela de Vincent (1982), un corto que, cual pinchazo de metadona, hace ver el terror a la muerte como algo ligero. Vincent puede verse en Youtube a menos, claro, que ese nazismo llamado “obliga a los artistas a cobrar a través de distribuidoras carnívoras” no lance un interdicto sobre la Red. Hay en Youtube otro corto que se llama Frankenweenie (1984); en éste se basó la película de estreno en la cartelera. El Frankenweenie de 1984 marca la primera ocasión en que Burton trabajó con actores reales y anuncia su primera gran obra: Edward Scissorhands (1990). Burton no podía ser más original que volver a sus primeras obras maestras. Si en 1984 Burton se dibuja a sí mismo como niño de suburbio con sueños de grandeza, en 1990 se retrata como adolescente que tal vez a causa de esos mismos sueños de grandeza no puede dejar de herirse y herir a los demás.
Resumiendo: en el Frankenweenie que se estrenó ayer Burton vuelve a retratarse como niño; retoma la animación (en blanco y negro, además) y, mezclando técnicas del pasado y de hoy, dirige una película que en su aparente simpleza abre al espectador a un sentimiento que lleva por el camino del misticismo: ternura, esa forma de amor que, como la fuerza que mantiene unido el núcleo del átomo, no es extensa, pero es profunda. Lo que el protagonista de Frankenweenie siente por Sparky es un amor tan profundo que los une la fuerza de la ternura. Por otra parte, Burton no se limita a redescubrir su propio pasado en tanto autor y en tanto ser humano; avanza su búsqueda como artista. Si en Alicia... quiso reinterpretar un mito de amor prohibido (el amor de un adulto por una niña) en Frankenweenie investiga el mito de Shelley y, libre de las ataduras burguesas que boicotearon la empresa de Alicia (los estudios se negaron a que la protagonista fuese efectivamente una niña, con lo que destruyeron la obra de Burton), argumenta a favor del mito del científico loco. Víctor es un Fausto. Sólo el amor puede salvarlo.
¿Por qué Víctor es el único que consigue el sortilegio de revivir? ¿Acaso Frankenstein en la novela de Shelley no amaba también a su novia? Sí, pero hizo el experimento con rabia: era mucho más el furor que la ternura. Este es el secreto del personaje de Burton y desde que Coppola encontró un punto de vista inédito de Drácula yo no he visto en el cine nada que en lo de revivir mitos tenga tal contundencia. El discurso en torno a la ciencia es más actual que nunca y desacredita la noción frívola de que la ciencia se hace sólo con la cabeza. La furia del científico de Shelley produce monstruos. Las lágrimas de un niño de suburbio eran el ingrediente que faltaba en la fórmula del original Víctor Frankenstein.

Frankenweenie. Dirección Tim Burton. Guión John August, Leonard Ripps y Tim Burton basados en una idea de Tim Burton. Fotografía Peter Song. Música Danny Elfman. Con las voces de Catherine O’Hara, Charlie Tahan, Martin Short y Martin Landau. Estados Unidos, 2012

1 comentario:

  1. En general puedo decir que la obra original es una maravilla, esta versión es buena y me sorprende sobre todo la magia de la animación, en cuanto a técnica es estupenda. Hace poco que pude verla a través de Hbo filmes online y la disfrutó muchísimo es entretenida y con un buen remate. Muy recomendable.

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