viernes, 8 de marzo de 2013

Justicia poética



Por: Fernando Zamora
Anna Karenina de Joe Wright (director de Atonement, The Soloist y Pride and Prejudice) hace justicia a Tolstoi. Hacer justicia, dice Aristóteles, es dar a cada quien lo que merece y Wright da tal merecido a Tolstoi que, quien crea que puede sustituir la lectura de la novela viendo la película, saldrá del cine con una jaqueca rusa.
Si no supiésemos que el cine es consecuencia de una búsqueda pictórica, si no supiésemos que los grandes pintores se ponen en cada obra metas estéticas y formales, si no supiésemos que los grandes cineastas tienen más de la narrativa de un pintor renacentista que del imaginario de un cuentista posmoderno, correríamos el riesgo de pensar que el film de Wright es un pastiche en el que todo cabe. No. Wright está avanzando en la tradición del cine con base en autores como Greenaway, Sokurov y Branagh.
De Greenaway, Wright toma la negación del Estilo de Continuidad hollywoodense. Anna Karenina no quiere extraer al espectador de su realidad para introducirlo en la ficción. Todo el tiempo está recordándonos que esto es una película. De Sokurov, Wright retoma los planos secuencia que, a su vez, conectan con el clasicismo de Hitchcock o Welles. Con Branagh, Wright se conecta con la riquísima tradición de adaptaciones shakespeareanas. Wright es inglés, claro, y entiende la importancia de Shakespeare en la reinterpretación artística. Por primera vez se adapta a Tolstoi siguiendo la tradición que viene desde el Sturm und Drang hasta Akira Kurosawa. Anna Karenina abre el espectro que hasta ahora se había concentrado en Shakespeare y hace con Tolstoi un comentario poético aunque, como en el caso de Shakespeare, es indispensable un contacto previo con la obra original. Un tema complicado si se piensa que Shakespeare está escrito para ser interpretado en escena, mientras que Anna Karenina fue escrita para ser interpretada en la cabeza. Si uno no ha leído Enrique IV, podrá entender y hasta disfrutar My Own Private Idaho, pero si uno no ha leído a León Tolstoi se quedará con un historia más bien rosa y los impulsos visuales que recibirá en esta película se quedarán en la cabeza como cables sueltos, lanzando chispas, lo harán sentirse abrumado.
Anna Karenina es la obra más acabada de un director que parece poder abrir la tradición de adaptaciones shakespeareanas a otros escritores. Para lograr semejante prodigio hay que ser, también, director de actores. Jude Law por ejemplo, sigue creciendo aquí. Juega con su decadencia física y, sin ser viejo, se entrega al placer de actuar en contraparte con Aaron Taylor–Johnson como quien dice: “hace tiempo que superé al galán, hoy soy un actor”.
Anna Karenina es el Gesamtkunstwerk que inspiraba a Wagner, obra de arte total que goza de narrativa, imagen, danza, música y actuación. Obras como ésta demuestran que el arte trasciende la futilidad del “me gusta” o  “no me gusta.” ¿A quién le importan las opiniones de un crítico? La función de un crítico es subrayar por qué hay que exponerse a una obra como la de Joe Wright.

FICHA
Anna Karenina. Dirección: Joe Wright. Guión: Tom Stoppard basado en la novela de León Tolstoi. Música: Dario Marianelli. Fotografía: Seamus McGarvey. Con Keira Knightley, Aaron Taylor–Johnsony y Jude Law. Gran Bretaña, 2012.

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