viernes, 14 de febrero de 2014

Philomena y el pájaro azul

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

Philomena, la última película de Stephen Frears, es un film malicioso. Malicioso sin embargo es, en narrativa, un término bastante positivo. “Hay que ser maliciosos como escritores” dice Vicente Leñero y creo que tiene razón. Philomena es maliciosa porque atrapa al espectador con una sarta de lugares comunes para darle más adelante algo que no espera escuchar. Hay en toda la historia al menos dos giros dramáticos que han de conducirnos a un lugar al que no esperábamos llegar.

Frears, el director, es disparejo. The Queen (esa película que trataba de la crisis del gobierno de Tony Blair ante la muerte de la princesa Diana) es una obra francamente hilarante aunque antes Frears dirigió también dos o tres filmes insufribles. Mary Reilly por ejemplo, con todo y que está basada en el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, fue un fracaso monumental. Tengo la impresión de que Frears busca la moda y lo de hoy es atacar a la iglesia católica. Así parece ser Philomena: un ataque, pero con sentido del humor inglés.  La comedia surge del encuentro entre un estirado político londinense y una simple mujer irlandesa que quiere recuperar al hijo que unas malvadas monjas le arrebataron cuando era apenas una niña.

A pesar de los lugares comunes (o tal vez justamente por ellos) Philomena fue nominada para cuatro Oscar: mejor película, mejor actriz, mejor guión adaptado y mejor música. No creo que el filme tenga los tamaños para competir por la mejor película, aunque con el Oscar nunca se sabe. En la categoría de mejor actriz puede que le vaya mejor y en el de guión adaptado… No lo sé. La película está basada en la novela de un político acusado de corrupción que se levantó del escándalo volviéndose uno de esos escritores que ama la crítica británica: tan liberal como sarcástico. Todos los clichés de la moral políticamente reinante se reproducen en Philomena cual relojito, pero Frears consigue darles un sabor agridulce, puro melodrama con sus ratos de risas y sus ratos de llorar al menos un poco. En cuanto a la música, efectivamente llama la atención aunque se ve tan influenciada por John Williams, que de pronto tiene uno la sensación de haber salido de la película Doubt para entrar en Harry Potter.

Philomena tiene todos los defectos que necesita un melodrama para triunfar. Tal vez sea cierto lo que dice la editora al periodista en crisis: “lo que quiere la gente es una historia con un final muy triste o muy alegre.” Si es uno o lo otro, lo decidirá el público, porque la verdad es que vale la pena volver a ver a Judi Dench. Por su parte, el periodista cínico es aquí Steve Coogan (quien fue también productor y coguionista). Coogan da al guión el sentido del humor acido, contenido e hiriente de un buen filme inglés, uno de esos que, como Frears, ha crecido inspirado en el mítico grupo de Monty Python.

Philomena es maliciosa porque más que un filme de denuncia es un filme de perdón. Tiene la estructura de un cuento de hadas circular, uno de esos que termina en el mismo lugar en el que comenzó, como el Pájaro azul.
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FICHA TÉCNICA: 


Philomena. Dirección: Stephen Frears. Guión: Steve Coogan y Jeff Pope basados en una novela de Martin Sixsmith. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Robbie Ryan. Con Judi Dench y Steve Coogan. Estados Unidos, 2013.

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