viernes, 4 de abril de 2014

Desilusión nacional

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

No vale la pena escribir para acabar con una película. Es un recurso facilón que aprendí cuando trabajaba en la radio, en Radioactivo 98.5: hacer reír burlándote de una película es más fácil que dirigirla o escribirla, sin embargo, a veces es importante decir cosas a propósito de filmes francamente lamentables. Tal es el caso de Ilusión nacional.

Como sabe todo aquel que tenga más de treinta, Olallo Rubio se autoproclamó en la década de los noventa (y en Radioactivo) como representante de una caterva de adolescentes desenfrenadamente cínicos. Evidentemente, en Radioactivo no todos apostaban por el cinismo: José Álvarez (también director de cine), Jordi Soler y Ricardo Zamora por ejemplo, eran divertidos y profundos. No así la “estrella” de la estación, el Olallo de melena rubia, estudiado acento gringo y tono fresa sin complejos que tantos imitaron después. Olallo se autoproclamó también director de cine en 2007 con el documental ¿Tú cuánto cuestas?

Luego de una serie de fracasos estéticos que incluyen This is Not a Movie, hoy Olallo presenta su documental Ilusión nacional, cliché de hora y media que, en sí mismo, no tiene ninguna importancia.

Ilusión nacional es en realidad un documento que parece grabado para televisión y que repite el lugar común (y falso) de que todo pueblo tiene el futbol que se merece. La verdad, no es necesario hacer cine para decir cosas que un comentarista deportivo medianamente serio pudiese decir, lo malo de Ilusión nacional no es esto, lo malo es que la industria privada en México siga apoyando esta clase de productos. Hoy por hoy se está haciendo mucho cine mexicano, en parte gracias a los estímulos fiscales que ofrece el gobierno para la producción, pero la clave del auge no está en los estímulos, no está en Hacienda, en el IMCINE o en Gobernación, la clave está en el público. Si a toda costa se sigue produciendo cine mexicano por vanidad y egolatría vamos a volver a perder al público mexicano. Ya pasó. Así comenzó la debacle del mal llamado “Cine de oro”.

Y es que sin público mexicano tampoco hay cine mexicano y es por eso que preocupa que se haga tanto cine, pero tan malo.

De cualquier forma, estoy convencido de que es obligación del gobierno seguir estimulando al cine, independientemente de la calidad. En cuanto el gobierno aceptó que no servía para impulsar el arte (lo hizo cuando dejó de apoyar proyectos para que fuesen los empresarios quienes invirtieran en ellos) se quedó sin nada que decir. Tampoco deciden los distribuidores ni mucho menos los críticos. El juez del cine nacional es el público nacional y ese, lo aseguro, no va a aguantar por mucho tiempo que le falten al respeto a su inteligencia con semejante desdén.

En menos de una quincena se han estrenado dos auténticos desastres fílmicos: El crimen del cácaro Gumaro e Ilusión nacional.

No gastaría tinta escribiendo de esas cosas si no fuese porque usar los recursos que ofrecen gobierno, empresarios y distribuidores (con el dinero de todos los mexicanos) para hacer estas películas sea francamente inmoral. Quien quiera hacer cine por ególatra que lo piense dos veces. No se juega de semejante forma con el cine, esa Ilusión tan nacional.
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FICHA TÉCNICA:

Ilusión nacional. 
Dirección: Olallo Rubio. 
Guión: Olallo Rubio. 
México, 2014.

1 comentario:

  1. Sinceramente no la he visto pero en general creo que el lanzamiento de este documental fue muy oportuno, ya que el mundial está más cerca. La verdad es que tengo muchas ganas de verlo y por qué no, también de compararlo con documentales bien estructurados sobre este apasionante deporte, por ejemplo Destino Brasil que se distingue por la participación de excelentes y populares jugadores como Alexis Sánchez.

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