sábado, 21 de febrero de 2015

Aún hay ángeles

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

No es extraño que Deux jours, une nuit esté nominada al Oscar (y en la categoría de actuación femenina). Para mí no es extraño porque quiero confesar que los hermanos Dardenne (directores de esta película) están entre mis cineastas predilectos. No hay filme de los Dardenne que no me haya fascinado. Su cine está lleno de grandes actuaciones, personajes entrañables y dilemas éticos de proporciones teológicas.

Mucho se ha hablado de la depresión europea. Y en los dos términos de la palabra: la depresión económica y la depresión que produce vivir en una sociedad que, traumatizada después de la Segunda Guerra Mundial, ha decidido poner en duda todos los valores que alguna vez la condujeron a la cima de la civilización: Europa la luminosa, la creadora, la cruel, se odia a sí misma.

Sandra, la protagonista de Deux jours.., está deprimida. Solo quiere dormir. Sin embargo, tiene un esposo que le dice “te amo” (una frase que en francés suena muy bien) y “quiero que luches por esto”.

La lucha de Sandra consiste en convencer a sus compañeros de trabajo de que voten por ella toda vez que el jefe (un capitalista malvado que hemos visto en otras películas de los Dardenne) ha puesto a sus obreros en el siguiente embrollo: si vuelven a recibir a Sandra luego de su tratamiento por depresión, no tendrán el bono anual. Hay que votar. La película toca, con esta premisa de tintes minimalistas, temas políticos, antropológicos y sociales. Sandra tiene que convencer al menos a nueve compañeros de trabajo de que su depresión y el despido que de ella puede desprenderse es algo que pudo sucederle a cualquiera porque, en efecto, Europa está deprimida. En la aventura del cabildeo, la heroína se enfrenta con la mala fe y, en suma, la miseria de un Primer Mundo en que la pobreza sabe a clase media mexicana. En el mundo altamente industrializado la pobreza del alma contrasta más.

La tradición narrativa de los Dardenne tiene el encanto del renacimiento flamenco: con temas de apariencia cotidiana toca fondos de misticismo muy alto.

Esta es la primera película de los Dardenne que realmente llama la atención en Estados Unidos, otro país que gusta de historias de dilemas éticos. Creo que ha llamado la atención allá porque, si uno se fija, hay elementos francamente hollywoodenses detrás de la forma típicamente realista del buen cine belga.

Las luchas de Sandra, por ejemplo, recuerdan a 12 Angry Men de Sidney Lumet. El deseo de que se haga justicia, de que se miren todos los ángulos de un problema, es sujeto de cine épico. No importa que la locación sea de barriada.

Más allá, Deux jours… tiene el encanto de It’s a Wonderful Life de Frank Capra. Sandra está pensando en el suicidio, pero se le aparece un ángel. No es un ángel de cara de niño y alas blancas. Es un hombre que juega al futbol y en una de las escenas más hermosas de los Dardenne se aproxima a ella para pedirle perdón. Esto es cine flamenco, protestante: Dios y sus ángeles se ocultan detrás de rostros con apariencia normal.

Deux jours, une nuit (Dos días, una noche) Dirección: Jean–Pierre Dardenne, Luc Dardenne. Guión: Jean–Pierre Dardenne, Luc Dardenne. Fotografía: Alain Marcoen. Con Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Pili Groyne, Simon Caudry, Bélgica, 2014.

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