Fernando Zamora
@fernandozamorav
Dicen que uno es esclavo de sus
secretos. Tal parece el caso de Ethan Hunt, héroe de la serie televisiva que
Tom Cruise en el clímax de su fama y poder económico llevó al cine a punta de
buenos guiones, buenas actuaciones y extraordinarios directores. Al menos así
fue en las primeras tres emisiones de la franquicia. Una franquicia que llega
ya al número cinco: Rogue Nation.
La primera Misión: Imposible en 1996, resucitó esta serie televisiva que
fascinó en la infancia a Tom Cruise. Dirigía Brian de Palma y su talento se
nota en el ritmo, en los cortes, en la cámara que parece vivir.
En la segunda, Cruise consiguió
a otro director excepcional. John Woo parecía haber entendido que los golpes en
esta clase de historias son pretextos para ofrecer una danza. La influencia de
Woo no desaparecería ya en las siguientes películas de la misión imposible de
Cruise.
En 2006 J. J. Abrams dirigió
para la productora Cruise/Wagner la tercera parte de Misión: Imposible, la mejor. El guión es coherente y
contenido, las coreografías son un deleite y además aquí está Philip Seymour
Hoffman en el pináculo de su carrera. Seymour Hoffman es el malo perfecto y
Abrams en el 2006 se perfilaba para suceder a Spielberg en la farándula
hollywoodense. Hasta la fecha creo que lo es. Como suele suceder, sin embargo, al
llegar tan alto es difícil seguir el ascenso. La cuarta parte es vulgar. Misión: Imposible se convirtió en
una franquicia en el sentido más frívolo del término. Y la tendencia continuó. La
Misión: Imposible que ahora
está en cartelera, más que mala, es patética.
Patética porque apela a lo más
vulgar de nuestras emociones. O no sé yo qué pensaba Cruise al desnudarse y
mostrar en su espalda las primeras curvas que no se deben al músculo sino a la senectud.
No digo que Cruise sea un anciano, pero hay tomas que o no vio o no pudo ver. Con
respecto a la cara: como todos los enfermos que padecen
de un Trastorno Dismórfico Corporal, Tom Cruise se preocupa tanto por parecer
joven que resulta chocante. Su sonrisa es falsa todo el tiempo, la nariz se
nota operada y los ojos heroicos de Ethan Hunt se han vuelto los de un
iluminado enloquecido. Algo similar ha sucedido con Mel Gibson.
Vale la pena comparar a Cruise
no con sus antiguas glorias (cuando trabajó con Woo, con de Palma, con Abrams).
Vale la pena compararlo con Clint Eastwood. Eastwood no dejó de ser héroe a
causa de la edad; al contrario, se dio cuenta de que la edad da a los héroes un
aire quijotesco. Eastwood cayendo del caballo en Unforgiven de 1992 resulta, en efecto, inolvidable. Pero
Cruise es incapaz de mirarse en el espejo y aceptar la simple realidad de que
diva o no, también él morirá
.
Si el guión fuera bueno, uno pasaría
por alto a un Ethan Hunt que parece haber desaparecido dejando a esta Misión: Imposible vacía, llena de
fantasmas. Pero no. Aquí vagan los temas clásicos; aquí vagan los guiños del
gran cine de espías que todo fanático quiere ver. Pero son eso: fantasmas,
peripecias sin vida, referencias que han perdido su sabor.
Mission: Impossible–Rogue
Nation (Misión:Imposible 5).
Dirección: Christopher McQuarrie. Guión: Christopher McQuarrie. Fotografía: Robert Elswit. Con Tom Cruise, Paula Patton, Jessica
Chastain. Estados Unidos, 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario