Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora
Muchos son los filmes inspirados en la Primera Guerra Mundial, como La reina africana o Senderos de gloria, pero pocos los que en verdad dejan huella
Por años me siguió esta imagen: un hombre
corre para salvar a su amigo. Lleva la orden de detener el ataque cuerpo a
cuerpo contra las metralletas. Gallipoli
(Peter Weir, 1981) es la historia del fin de una civilización que creyó en los
héroes. El grito desamparado al momento final es el de una generación que vio a
los ojos un mundo en que no habita Dios.
Y es que no hubo adiós a las armas. En esta
película, Farewell to Arms
(Frank Borzage, 1929) aún el amor es amargo. Solo Borzage fue capaz de poner en
cine esta historia de amores turbados. Él la abraza, ella muere y aunque se
firma el armisticio no hay nada. Basado en la novela de Ernest Hemingway,
Borzage dirige a Gary Cooper y a Helen Hayes en esta escena memorable: él la
seduce en la oscuridad y descubre con sorpresa que era virgen. No importa que
los críticos de su tiempo hayan calificado a Adiós a las armas como melcochosa y banal. La pérdida de la
virginidad de esta enfermera inglesa no parece casual: algo sucedió. Algo
sangriento que quitaría a las nuevas generaciones de Europa la ilusión de que
se puede ser inocente.
Como sea, en el límite de la experiencia
guerrera (que tanto se parece a la experiencia estética) podemos gozar como
Albert quien después de un trayecto que dura toda la vida, más allá de los
campos con gas mostaza, puede al fin encontrarse con Joey, su caballo de
guerra. En War Horse (Steven
Spielberg, 2011) las imágenes resultan macabras con todo y final feliz. Murió
la caballería y en la Segunda Guerra Mundial la crema y nata de la nobleza
europea, los lanceros polacos, sucumbirían todos contra los panzers de Hitler.
El encuentro de Albert con su caballo dura muy poco.
Senderos de
gloria (Paths of Glory, Stanley Kubrick,
1957) está basada también en una historia real en que la contradicción
bello/horrible resulta siniestro, ominoso. Kubrick anuncia también los métodos
de castigo que harán famosos los nazis. En la Primera Guerra Mundial, los
franceses actualizaron un viejo método de sanción y deshonor contra los
soldados cobardes: escoger a tres y castigarlos por todos. Matar para castigar
al otro. El reverso total de la civilización cristiana (que presume el ideal de
que hay que morir para salvar al otro) comenzó también en la Primera Guerra
Mundial.
Así
ha sido el ir y venir de una cultura que no pudo encontrar salvación ni en el
oro ni en el arte ni en la liberación de ataduras feudales. El progreso no
llevó a Europa para adelante y Estados Unidos… Ellos presumen que sí, que hay
algo como el río que navega Charlie en La
reina africana(The African
Queen, John Huston, 1951). Hay al final del río un encuentro. Los
amantes se salvan de la condena de muerte. Los amantes pueden abrazarse y hay
una explosión. El cine y la guerra dan sentido al mundo del caos pero
justamente lo que más llama la atención en La
reina africana es la vejez de los mitos. Humphrey Bogart y Katharine Hepburn
se ven ya cansados. También las estrellas de cine se cansan y mueren aunque en
el cine y el arte de Huston a veces se imagine que detrás de la ventana espera el
Final Feliz.
No lo hubo, a decir verdad. Europa se llenó
de listones de luto, tullidos y enfermos mentales. La mariposa que trata de
alcanzar Paul hacia el fin de Sin
novedad en el frente (All Quiet
on the Western Front, Lewis Milestone, 1930) pareciera simbolizar la
psique. En la iconografía clásica la mariposa representa el alma, ese
inconsciente que no se repara. Freud descubriría muchas cosas con los enfermos que dejó la Primera Guerra Mundial, descubrió
que no había mitos ni La gran ilusión(La Grand Illusion, Jean Renoir,
1937). En la película de Renoir, el futuro es brumoso. Una inmensidad blanca en
la que acechan los enemigos. Se acabaron los hombres como Lawrence de Arabia (Lawrence
of Arabia, David Lean, 1962) héroes capaces de levantarse contra un
imperio aún a sabiendas de que a artistas, estrellas, escritores y soldados nos
espera el mismo final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario