@fernandovzamora
El cine causa
pasión. Tanta que un buen amigo (Evodio Escalante) me escribió para decir, con
respecto a mi texto sobre Ninfomanía, que más que Von Trier el
moralista era yo. Como también a mí me apasiona el cine (supongo que es
evidente), estuve pensando en esta “crítica a mi crítica”. Finalmente llegó a
mis ojos una película: Klip de la serbia Maja Milos.
El actor
Stellan Skarsgard definió así Ninfomanía en Vanity Fair: “es la historia de una joven que trata de ir más allá de sus problemas
familiares teniendo tanto sexo como sea posible”. ¡Vaya! La misma sinopsis de Klip
aunque, claro, las películas son muy diferentes. Para comenzar, Klip
no comienza etiquetando a su protagonista de “ninfómana”.
Jasna tiene catorce
años, vive en Belgrado y su único interés es el sexo. La familia disfuncional,
las amigas con las que compite por el self pic más cachondo y las
noches de coca y marihuana son accesorias. Las diferencias en el ethos
de ambos directores al retratar a una mujer hipersexuada son éstas: 1) La
directora no tiene el mal gusto de crear a un personaje que nos explique, interprete
y, en suma, nos diga qué tenemos que sentir en cada secuencia de la película. 2)
En competencia con Hollywood, Milos no pretende deslumbrar con efectos visuales.
La apuesta es narrativa. Klip está contada como a través de los celulares
con los que los adolescentes documentan su propia existencia. 3) Klip
no usa el sexo para desarrollar teorías new age. Milos es como
una pintora renacentista. Se limita a permitirnos mirar. Y lo permite tan bien
que por eso el final de Klip resulta tan contundente. Mucho más
conmovedor y verosímil que el previsible final de Ninfomanía, un
cliché por donde se vea.
Ahora, si lo
que gusta de Ninfomanía es que parece una película transgresora,
vale la pena pensar esto: Klip está prohibida en Rusia mientras
que Ninfomanía ha sido aplaudida en este país que moralmente
resulta tan retrógrado. Que cada quien piense lo que quiera, pero si la moral
instaurada por Putin encuentra que Ninfomanía es permisible y Klip
no, debe ser porque ésta es verdaderamente transgresora y la otra no.
También
políticamente: un grupo de muchachos pasea por las ruinas de Belgrado y uno grita:
“Que se chinguen Estados Unidos, Facebook y la ONU: Kósovo es de Serbia”. Esta
frase en su contexto es mucho más contundente que el largo discurso en que Von
Trier nos explica las razones de su Anna Karenina. “Kósovo es Serbia”. Yo no lo
sé, pero esta secuencia me recordó Berlín, Año Cero, esa conmovedora
película en que Roberto Rossellini usaba como escenario las ruinas de la
capital del nazismo.
El retrato de
la adolescencia serbia que hace la directora Milos demuestra que la guerra de
los Balcanes sigue aquí y aunque no vale la pena psicoanalizar a la
protagonista de Klip pareciera que todos estos hoyos que está
intentando llenar son los de una guerra viva en Europa: en la violencia de
películas como Klip o Ninfomanía. Esa violencia
dulzona en que el sexo en Extreme Close Up es nada más un
pretexto para hablar de cosas más importantes.
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Klip (Clip). Dirección:
Maja Milos. Guión: Maja Milos. Fotografía: Vladimir Simic. Con
Isidora Simijonovic, Vukasin Jasnic, Sanja Mikitisin. Serbia, 2012.
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