Por: Fernando
Zamora
El cine es arte porque es
misterioso. No hablo solo de los temas. Aun la forma de armar una película como
El círculo roto resulta misteriosa: una pareja recibe una mala noticia,
no sabemos qué pasa. Curiosidad. El corte directo que da al cine la ubicuidad
de los sueños nos lleva al pasado. Hubo un tiempo en que fueron felices. ¿Qué
sucedió? Misterio.
Evidentemente, el misterio juega también
en niveles más altos. ¿Acaso puede una película como The Broken Circle Breakdown
dar cuenta del grito desesperado de un hombre que se niega a creer en Dios? No,
pero eso no implica que el misterio no debiera pensarse. No es posible agotar
los temas que más inquietan a la existencia justamente porque son inagotables.
The Broken Circle Breakdown está construida con base en
un magnífico guión en el que conviven personajes entrañables. Él, un punk que
ha decidido cambiar de vida y tocar el banjo en un grupo de country estadunidense…
pero en Bélgica. Ella, tatuadora profesional. Los encuentros, el amor sexual,
fraternal y solidario que se teje en torno a estas dos vidas se nos ofrece en
un ir y venir de secuencias que dan nuevos sentidos al tiempo. No estoy
hablando solo de recursos como el flash back, no. El montaje es
más como un sueño en que la historia de este hombre, esta mujer y la extensión
de sus amores (una adorable niña que pareciese personificar todo aquello que
une a sus padres) cobra sentido en un objeto, esta película, que
solo vive (y durante un instante) en el cerebro (¿el alma?, ¿la psique?) de un
espectador que queda, otra vez, misteriosamente consternado, con la sensación
de haber vivido una vida ajena desde el privilegiado punto de vista de un sueño
que no padece de tiempo.
Cuando ella se desdobla hacia el final de
la película entendemos lo que piensan los creadores. Esto es cine de aspiraciones
teológicas. Hace mucho que no veía algo que, con respecto a la existencia —o no—
de Dios me inquiete tanto. Los belgas saben hacer este cine.
La estructura, las actuaciones, la
fotografía y el montaje dan pistas para asumir que aquí nada es casual. El
virtuoso del banjo toca country porque (quien haya vivido en Estados Unidos lo
sabe) este tipo de música está basado en historias de amor desesperado. Hay
algo de melodrama en el asunto. El círculo roto podría ser,
incluso, una comedia musical por más que, efectivamente, como anuncia el
protagonista, llegado el momento del dolor los humanos somos “changos llenos de
miedo; tanto miedo que solo podemos gritar”.
Lo interesante del grito del protagonista
es su sonido agridulce: hay un violín, un bajo, el banjo. La música es grito.
El círculo roto es cine que se une a la
tradición de los hermanos Dardenne. Lejos de la inocencia de quien piensa que
la muerte de Dios libera al hombre, el cine de Bélgica da cuenta del horror de hallarse
arrojados en una existencia en la que no hay ya ni fe ni mito ni Dios que
premie a Job por su fidelidad. Sin Dios la vida golpea con el sinsentido de esa
felicidad que no vuelve jamás.
_______________________________
The
Broken Circle Breakdown (El círculo
roto). Dirección: Felix van Groeningen. Guión: Johan
Heldenbergh. Música: Bjorn Eriksson. Fotografía: Ruben Impens. Con
Johan Heldenbergh ,Veerle Baetens y Nell Cattrysse. Bélgica, Holanda, 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario