Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora
Algo tiene Robert Rodríguez que a veces gusta
y a veces no. Es como uno de esos platillos exóticos muy condimentados que, sin
embargo, hay que probar. La segunda emisión de Sin City (aquella
película que en 2005 además de barroca resultó inquietante por su retrato de la
maldad) lleva el título de A Dame to
Kill For. Y sí, la chica en cuestión es lánguida, pura y medianamente
puta: flor de fango de esas que quieren salvar los adolescentes.
La verdad es que desde el punto de vista
narrativo, Rodríguez nunca ha tenido mucho que decir (no creo que ni siquiera El mariachi, aquella mítica
película que lo llevó a la fama, sea narrativamente algo muy memorable); son sus
ojos los que constatan que, si hay hombres que nacieron para hacer cine, él es
uno de ellos.
Por otra parte, puede que los fanáticos de
los cómics se interesen en esta película solo porque es una adaptación (muy
apegada al espíritu original, por cierto) del clásico de Frank Miller, quien es
otro gran maestro de la imagen y dirige con Rodríguez. No es necesario ser
adivino para saber que, al menos desde el punto de vista plástico, uno llegará
en Sin City: A Dame to Kill For
al estupor que produce el gran cine.
Toda la historia, el montaje y la película misma,
son pretextos para las escenas en que sobre todo se exalta la belleza de una
feminidad que, si uno lo piensa bien, hace mucho que no podíamos disfrutar sin
un dejo de culpa. Y es que aquí la chica es frágil y el chico es rudo,
estereotipos que hoy parecen viejos y que Rodríguez reproduce so pretexto de
que éste es un mundo paralelo que poco tiene que ver con el mundo real.
Sin City... recoge el imaginario estadunidense de la
decadencia urbana que suele traer el progreso. La película podría suceder en
Detroit o en la Ciudad de México; podría suceder en Hell’s Kitchen o en el
barrio neoyorquino conocido como Alphabet City, ese lugar al sur de Manhattan en
que, cuenta la leyenda, era imposible recitar el abecedario y llegar hasta la Z
sin ser asaltado.
Sin City... es la ciudad perfecta para la exploración
artística de Robert Rodríguez que, lo dicho, creo que es
ante todo visual. Lo es porque tiene referencias al gran arte que en Estados
Unidos ha dado cuenta de la miseria del barrio urbano. Ese en el que la chica
de cabellos rojos se pasea vendiendo placer obligada por las circunstancias. Hay
que buscar las referencias de A Dame
to Kill For sobre todo en el cine negro estadunidense; ese que
escribieron Dashiell Hammett y Raymond Chandler, ese que dirigieron Rouben
Mamoulian y Howard Hawks, que actuaron Humphrey Bogart y Lauren Bacall, Gary
Cooper y Sylvia Sidney. Es aquí donde encontramos las fuentes de un magnífico
artista plástico que (genes mexicanos aparte) se alimenta de una tradición visual
estadunidense tan frondosa que se remonta a las raíces de Edward Hopper y llega
hasta las ramas en que Frank Miller ha dibujado estos cómics de tan hermosa
oscuridad.
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Sin City 2: Una dama por la cual mataría (Sin City: A Dame to Kill For). Dirección: Frank Miller y Robert
Rodriguez. Guión: Frank Miller
basado en su propio cómic. Música: Robert
Rodriguez y Carl Thiel. Fotografía: Robert
Rodriguez. Con Mickey Rourke,
Jessica Alba y Josh Brolin. Estados Unidos, 2014.
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