Fernando Zamora
@fernandovzamora
La última película de la Muestra es al mismo tiempo
la última obra de Alain Resnais. La Nueva Ola Francesa cierra un ciclo con Aimer, boire et chanter, que en
México clausura la 58 Muestra Internacional de Cine.
La evolución de la narrativa y sobre todo del cine
como arte hacen de ésta una obra imprescindible. Lo es por la actuación, por la
máxima que dentro de la ficción repiten los personajes de Resnais; una moraleja
que es la de todo aquel arte que culminó en La Nueva Ola : el cine y la
vida son dos realidades distintas. No se puede privilegiar una sin depreciar la
otra.
En forma similar al testamento visual de Fellini (La voce della Luna), Resnais
retoma sus temas, pero los subordina a la crítica que ve en la ficción un
universo tan importante como éste que creemos real pero está hecho de verdades enajenadas.
Hay que decir también que, como sucede con La voce della Luna, la
última obra de Resnais es un trabajo menor. No sucede como con Tarkovsky quien en
El sacrificio terminó por
decir todo lo que tenía que decir.
Aimer,
boire et chanter está lejos de la contemplación inquietante
de Hiroshima mon amour, no
goza de la crítica un tanto irónica que, contra el capitalismo, La Nueva Ola siempre lanzó
y que Resnais denunció en Mon oncle
d’Amerique. La última película de Resnais culmina solo con un toque de
amor por la vida que a algunos críticos les ha resultado más próximo a la
frivolidad que a la exaltación de quien sabe que ya no volverá a filmar.
Unos actores aficionados tienen que interrumpir sus
ensayos porque se han enterado que uno de sus amigos está a punto de morir.
George el moribundo es, tal vez, el mismo Resnais. Basada en una obra de
teatro, la película no pretende engañar al público para introducirlo en un
entretenimiento alienante. Fiel hasta el último de sus alientos a las ideas de La
Nueva Ola, Aimer, boire et chanter
permanece lejos del “estilo de continuidad” hollywoodense que —en pocas
palabras— se plantea como propósito alejar al espectador de su realidad para
introducirlo en un mundo de ensueño en el que todo es posible. Pero, ¿cómo podría
un creyente en los dogmas de La Nueva Ola tratar de sumergirnos en una ficción que
nos hiciera olvidar la vida cotidiana? ¿No significaría un empeño semejante aceptar
en el fondo que el cine es una realidad menor? No. En su teatralidad, en las actuaciones
subidas de tono, en el colorido de los decorados, estos hombres y mujeres que
viven el luto bebiendo, amando y cantando confirman que mientras exista quien
piense que la realidad fílmica es paralela a nuestro mundo habrá cine; que
mientras exista quien sostenga que realidad y ficción son ilusiones igualmente
importantes en la historia humana, La Nueva Ola sigue viva como Resnais. Después de
todo, de cosas así hemos teorizado desde tiempos de los griegos: el teatro en
el teatro, la ficción en la ficción. El papel de la narrativa en todo lo que
hace a lo humano justamente llamarse humano.
Aimer, boire et chanter (Amar, beber y cantar). Dirección: Alain Resnais. Guión: Alan Ayckbourn, Laurent Herbiet,
Alain Resnais y Jean–Marie Besset. Fotografía: Dominique Bouilleret. Con Sabine Azéma,
Hippolyte Girardot, Caroline Silhol, y Michel Vuillermoz. Francia, 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario