@fernandovzamora
Los jefes comienza con este cliché: los
padres ricos son buenos y tontos. Los padres pobres son malos y punto.
El
narcofilm, sospecho, se
enorgullece de lo que está sucediendo en México y se regodea exportando la
imagen de un mexicano malo, tonto y vulgar. Hay que aceptar, sin embargo, que Los jefes une a dos personajes
separados por clases sociales muy distintas. Los une un interés insospechado:
la droga. Marx no lo hubiese pensado mejor: oprimidos y opresores se unen
gracias a la marihuana y la cocaína. La moraleja de la Chiva
(el director) parece ser que la droga democratiza a México. Y no porque todos
estemos jodidos sino más bien porque todos somos igual de irresponsables y (a
decir de la madre del muchacho pobre) igualmente pendejos.
Ya
llegará uno de estos días un sesudo e importante documento que dé cuenta de los
cientos de películas que en torno al narcotráfico se han producido en los
últimos años. Aquí no hay tiempo ni siquiera para señalar lo ridículo de esta
caricatura: el lenguaje del gordo malo, por ejemplo, los contoneos de la chica
tonta que presta su trasero para ser sobado con fruición, el temor del niño
bueno y rubio que quiere celebrar su cumpleaños con un pase verde y el niño
pobre y morenazo que limpia coches y aprovecha el tiempo libre en aquello del
narcomenudeo.
La
edición y en general el timing
de toda la película recuerda la fallidísima Bala
mordida, elogio del lugar común que dirigió en 2009 Diego Muñoz: los
diálogos se estancan y la actuación (a menudo cómica, como para demostrar que los actores se dirigen solos) no bastan para que los
personajes sean capaces de identificar a nadie con nadie. Paradojas del
destino: medio México está fascinado con la imagen del narcotraficante y
quienes tienen el dinero para levantar una película como ésta son incapaces de
crear no ya identificación, al menos un poco de simpatía.
Lo
más molesto de Los jefes es
esto: queda la impresión de que lo que trata de hacer la Chiva ,
como tantos otros directores que han querido subirse a la moda de dirigir
libelos sórdidos contra el narco, es llamar la atención de la crítica fílmica
extranjera. Sueñan con Cannes, pues. Y es que Cannes, ya se sabe, mientras más
sórdida la película... mejor. Ahora, que gane es otra cosa: la sordidez puede
garantizar la selección, pero no La
Palma.
Al
mexicano le gusta contar al mundo que México es el país más malo del mundo. Como
si a alguien le importara. Importaría en todo caso si autores como la Chiva
construyeran personajes como los que ahora mismo se están matando en la sierra;
importaría si los protagonistas fuesen poco más que el sueño marihuano de un
director que sin la menor idea de lo que es contar una historia quisiera algo
mejor que llamar la atención de la prensa de Francia inventando un México tan
estúpido como éste.
Hay
un documental que se llama El sicario.
Sucede en un cuarto de hotel. Ahí está todo el drama del narco en México. Los jefes es tan mala que recuerda
lo peor de la comedia de Televisa. Adrián Uribe, lo digo en serio, la hubiera
actuado y dirigido mejor.
Los jefes. Dirección: Chiva Rodríguez. Guión: Babo. Fotografía: José Casillas.
Con Babo, Fernando Sosa Solís y Millonario. México, 2015.