viernes, 19 de diciembre de 2014

El pegajoso asco burgués

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

Se entiende que los artistas padezcan a menudo esa cosquilla, ese “complejo de Picasso” que los impronta a cambiar repentinamente el estilo que los hizo famosos por otro mejor. Cronenberg se hizo célebre gracias a un cine bizarro y lleno de sustancias pegajosas. Cuando en The Fly, de 1986, el genio loco decía que “la piel era el más hermoso de los sentidos”, la cosa tenía su chiste sobre todo porque dicho genio se volvería La Mosca. Unos años atrás, en 1979, Cronenberg aún vivía en Canadá y produjo extraordinarias secuencias de pieles pegajosas. The Brood es maravillosa y contiene aún la dosis de antipsicoanálisis que el autor desarrollaría algunos años después.

Lo cierto es que una vez famoso (gracias a Cannes), Cronenberg dio un giro hacia esa violencia gratuita pero efectiva (y en verdad hermosa) que tanto aman los periodistas franceses. En Eastern Promises, Cronenberg regaló al mundo una serie de lugares comunes sobre la mafia rusa. Sin embargo, había en la película una de las mejores secuencias del mundo. Era el año 2007 y Viggo Mortensen consintió en presumir ese cuerpo correoso que excita tanto (también) a la prensa especializada de Francia. La cosa iba así: unos malos trataban de darle a Mortensen una paliza en un baño turco. Vigo estaba desnudo y muy pegajoso; los rusos llevaban chamarra de cuero y estaban armados hasta los dientes. El asunto tenía un toque que recordaba cierta pornografía homosexual, pero a pesar de ello (o quizá justamente por ello) Cronenberg consiguió la mejor escena de una carrera de violencias pegajosas.

Pero el síndrome Picasso siguió cosquilleando. En A Dangerous Method (2011), Cronenberg llevó hasta sus últimas consecuencias la crítica al psicoanálisis freudiano. Uno hubiese pensado que el maestro canadiense era capaz ya casi de cualquier cosa pero entonces, ya en la cima, viejo, aburrido y burgués, se dio a la tarea de criticar al “sistema”, esa entelequia que tanto sirve para el cine de propaganda y tan poco para el cine de arte.

En Cosmopolis, Cronenberg se burla de la banalidad de un corredor de Wall Street maleducado, joven y rico. La historia es aburridísima pero ese no es el problema. El problema es que haya seguido por ahí: en Maps to the Stars el director arremete ahora contra “el sistema hollywoodense” y se burla de todo ese cine de cineastas que seguramente desprecia por su arte pero envidia por sus cuentas bancarias. Su filosofía sigue siendo que “la riqueza no da la felicidad”. Maps to the Stars es larga, aburrida y sobre todo produce nostalgia por los buenos tiempos de Cronenberg, un maestro que antes no trataba de ser profundo; era profundo. Lo era porque sus efectos especiales daban asco. Y del real, no ese asco artificioso de quien puede pagar un boleto de cine para escandalizarse con lo vacuo, racista y, en fin, “repulsivo” de un “sistema” hollywoodense que idiotiza y al que ahora, por cierto, David Cronenberg, quiera o no, pertenece también.

Maps to the Stars (Mapa de las estrellas) Dirección: David Cronenberg. Guión: Bruce Wagner. Música: Howard Shore. Fotografía: Peter Suschitzky. Con Julianne Moore, Mia Wasikowska y Robert Pattinson. Estados Unidos, 2014.



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