viernes, 12 de diciembre de 2014

En el desierto con Ridley Scott

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

Hace muchos años Pixar produjo una película muy aburrida que, sin embargo, tenía la gracia de no ofender a ningún fanático religioso. El príncipe de Egipto se estrenó en 1998 y rabinos, curas e imanes estuvieron de acuerdo en que la visión que los estudios ofrecían de Moisés iba de acuerdo con su fe. Desde entonces, a nadie se le había ocurrido hacer otra película tan larga y sobre todo tan llena de sobresaltos religiosos. Finalmente, el señor Ridley Scott decidió hacer exactamente lo contrario que El príncipe de Egipto: ofenderlos a todos por igual.

Comencemos por los cinéfilos que son quienes conciernen aquí. Quienes aún teníamos fe en Scott, autor del Alien de 1979 y del Blade Runner de 1982, Exodus nos ofende por lo aburrido, lo insulso y lo descabellado de una historia que, no por sabida, deja de ofrecer intrigas que este guión no resuelve. A los afroamericanos los ofende porque Ridley Scott vuelve blancos a los egipcios cuando todo mundo sabe que la civilización egipcia fue construida por negros. Cleopatra cautivó a César (muchos siglos después, se entiende) gracias a sus encantos morenos. A los cristianos los ofende porque Dios es un muchachito de aspecto berrinchudo y a los judíos justamente porque le da figura humana.

Pero volvamos a los cinéfilos. Supongamos que aún hubiésemos dos o tres creyentes en Scott. Lo veíamos perdido, en efecto, como en un largo penar por un desierto en que no se atrevía a hacer una película que contuviese sus preocupaciones más profundas. Después de Prometheus comenzamos a dudar de si alguna vez Scott tuvo preocupaciones profundas o solo tuvo la fortuna de tocar la flauta como el burro del refrán, dos veces. Y ayudado siempre por efectos especiales.

Si Scott hubiese querido hacer en realidad una película memorable con un tema bíblico habría tenido que recordar que la más importante de todas las películas con tema neotestamentario, El Evangelio según San Mateo de 1964, no tiene un solo efecto especial.

Tengo la impresión de que Scott ha querido ser uno de esos directores capaces de acometer cualquier tema con la misma profundidad, pero no. La verdad es que ahora pienso que no tiene  ninguna preocupación artística especial. En el 2000, Gladiator fue la última película más o menos decente que dirigió. Y la Academia hizo bien en premiarlo en aquel tiempo porque el director (quien sin duda es parte de la historia de Hollywood) parece haber ido en picada tan espectacular como la de su Black Hawk.

En fin, que este Exodus: Gods and Kings es racista, insulsa y lo peor: absolutamente innecesaria. ¿Para qué competir con The Ten Commandments de Cecil B. DeMille? En aquel año de 1956 el cine como espectáculo de masas también estaba en crisis a causa de su lucha contra el televisor. Fueron directores como DeMille quienes mantuvieron vivo a Hollywood. Si hoy la industria del cine como entretenimiento de masa dependiera de Scott, bien podríamos decir: “Hollywood, estamos en problemas”.


Exodus: Gods and Kings (Exodus: dioses y reyes) Dirección: Ridley Scott. Guión: Adam Cooper, Bill Collage, Jeffrey Caine y Steven Zaillian. Música: Alberto Iglesias Fotografía: Dariusz Wolski. Con Christian Bale, Joel Edgerton y John Turturro. Estados Unidos, 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario