Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora
Third Person es una película de viñetas. Las
escenas se suceden una a otra sin que (al menos en apariencia) haya otro
interés que el ritmo: introducir al espectador en una de esas ensoñaciones en
que a veces se vive el cine: sin memoria ni deseo. No esperaríamos menos de
Paul Haggis, guionista metido a director con tanto tino que consiguió que Crash (escrita y dirigida por él)
fuese la primera película en la historia del Oscar en que un escritor fue
premiado por director y productor.
Es
posible que Haggis esté pasando por una crisis literaria tan grave como la de
uno de sus protagonistas, ese que interpreta Liam Neeson. Con una carrera tan
rápida y brillante como la de Haggis debe haber sido difícil conseguir triunfar
con una película tan pretenciosa. Y es que, en efecto, Third Person es muy mala. Tanto que, como suelen hacer las
distribuidoras estadunidenses con sus aliados en las distribuidoras mexicanas,
nos la han enviado dos años después de su estreno para tratar de recaudar el
dinero que no consiguieron allá.
Third Person aspira a ser como La
Grande Bellezza. Ambas películas están construidas
con viñetas deshiladas en apariencia; hay en ambas una genuina preocupación por
el cine como arte visual (y no como producto de mercado) y un regodeo en
ciertos personajes de la vida cotidiana que a veces son viciosos, a veces
tiernos y a veces banales. En ambas películas el autor, a través de su
protagónico, mira al mundo como el poeta Villaurrutia: “como mira un Dios lo
que ha creado”.
La
diferencia es que Paolo Sorrentino consigue, sobre todo desde lo visual,
momentos extraordinarios. En Third
Person a Haggis se le ven las costuras y comete errores que desnudan su
calidad de guionista que no ha terminado por dar el salto a director. Las “tomas
de locación”, por ejemplo. Estamos en París. La cámara ofrece la visión de una
calle. Corte a: estamos al interior de un departamento. Esta clase de narrativa
está más cerca de la telenovela (el pasquín) que de la narrativa de una obra
como la que claramente está aspirando a escribir el guionista de Million Dollar Baby.
Tres
historias en tres ciudades espectaculares (Roma, París y Nueva York) conviven
entre sí. La razón no queda muy clara pero hay un escritor que aparentemente
está introduciéndonos en las ficciones del libro que está trabajando. Si así
fuera estaríamos ante una suerte de juego de espejos que más que artificio se
ha vuelto cliché. Tal vez en este intento uno entienda el
título: Third Person,
en tercera persona. Puede que el autor esté queriendo discutir la noción de que
la voz narrativa en tercera persona está superada y transmitir al espectador
una obra que, por ello mismo, se vuelve confusa y le queda grande. Para ser una
obra de arte visual, Third Person
tiene pocos recursos; para ser una obra de arte narrativo, la película carece
de interés. Al mejor cazador se le va la liebre, reza el refrán. A Haggis se le
fueron las cabras. La película más pretenciosa de su filmografía se ha quedado
llena de buenas intenciones que fue incapaz de cumplir.
Third Person (Amores infieles). Dirección: Paul Haggis. Guión: Paul Haggis. Fotografía: Gianfilippo Corticelli. Con
Liam Neeson, Kim Basinger y Adrien Brodi. Estados Unidos, 2013.
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