viernes, 22 de agosto de 2014

Humor y virtuosismo

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora
El cine de España se pone hollywoodense y, aunque pareciera que no, si uno saborea con gusto la película Grand Piano verá que ahí está la imagen sofisticada y el descocado sentido del humor que caracteriza al cine español.

Lo anterior no significa, por supuesto, que la historia no esté enraizada en el cine más clásicamente hollywoodense, pero a la típica historia de suspenso Grand Piano agrega su belleza colorida, el contraste en los colores, la cámara en el sitio insospechado (perfecto) y sobre todo un guión que mantiene al respetable al borde del asiento.

Elijah Wood hace a un pianista medio traumado que está a punto de volver al escenario luego de una ausencia de cinco años en que se ha dedicado a estudiar una “obra imposible” y a aparecer en los tabloides de espectáculos como esposo de la actriz de moda. Durante el clímax de la película la esposa en cuestión demostrará, sin embargo, que es más que una cara bonita. La escena es espectacular.

Grand Piano parece cine de los años cincuenta, pero lo digo como un elogio. Tiene algo de Hitchcock, no tanto por el suspenso como por la complejidad psicológica del protagonista y, sobre todo, porque las cosas no son nunca lo que parecen. Difícil ahondar en este tema aquí sin vender trama; baste decir que la historia de Grand Piano gira en torno a un virtuoso y la película es, en sí misma, virtuosa. Para exponer este punto vale la pena definir lo que entiendo por virtuosismo desde el punto de vista musical. Virtuosa es una obra que por su dificultad requiere de virtudes por parte del pianista. A menudo estas obras carecen de profundidad; sin embargo, hay otras que además del virtuosismo ofrecen al auditorio una nueva perspectiva con respecto a las posibilidades técnicas del piano y de la música en sí misma. El Primer Concierto para Piano de Tchaikovski es de esta clase. No es casual, por tanto, que el concierto que Selznick interpreta a lo largo de la primera parte de Grand Piano tenga un aire que recuerda el tercer movimiento de esta obra. El director, el intérprete y el compositor (los tres igualmente importantes en esta película) están queriendo decir que, efectivamente, su obra es como un buen concierto de piano. No se trata solo de la dificultad (el filme está rodado en una sola locación y sin elipsis, es decir, sin cortes en el tiempo, solo al final: en esto radica su virtuosismo), se trata sobre todo de que estas dificultades en la producción tienen sentido, no son solo efectos o fuegos artificiales. Así que Grand Piano resulta una excelente película.

Eugenio Mira es español. Los productores, el compositor y el fotógrafo son españoles. La película, sin embargo, goza del dinero de Estados Unidos y se nota. La tradición del cine de España se une al espíritu del mejor cine de California. El resultado es una historia llena de sorpresas y golpes dramáticos. Una película de referencias clásicas y una que otra licencia de autor que en realidad se perdonan porque Grand Piano termina por ser una película entretenida, asombrosa y, en suma, llena de virtuosismo.
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Grand Piano. Dirección: Eugenio Mira. Guión: Damien Chazelle. Música: Víctor Reyes. Fotografía: Unax Mendía. Con Elijah Wood, John Cusack, Kerry Bishé. Francia, Italia, 2013.

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