viernes, 19 de septiembre de 2014

Esto no es una caricatura

Por: Fernando Zamora

Cantinflas, de Sebastián del Amo, tiene una cualidad específica que la vuelve grande: no es una caricatura. De este hecho, en apariencia tan simple, se siguen todas las otras cualidades artísticas del filme. Para comenzar, la caracterización del catalán Óscar Jaenada. Todos los que hemos padecido las películas que sobre la historia de México se producen aquí sabemos lo que es un personaje acartonado. La cara de ídolo de Juárez, el bigote bien peinado de Díaz y aun el rostro libidinoso de Hidalgo en el último despropósito fílmico-histórico nacional, la “desmitificación” de Hidalgo, son poco más que una caricatura y, ya lo dijo Queta Garay, a mí “las caricaturas me hacen llorar”. Jaenada es un extraordinario actor le guste a quien le guste, tanto que es capaz de imitar el acento en inglés de un mexicano. Y no estamos hablando de cualquier mexicano: del que llevó el argot nacional a las alturas del arte. Jaenada tiene todas las cualidades para hacer con Sebastián del Amo un retrato muy personal de Mario Moreno toda vez que esto no es tampoco una comedia ligera. En realidad, es un melodrama, un melodrama muy bueno.

Este punto lleva directamente a la siguiente virtud de la película: el guión. Escrito por el novato Edui Tijerina y el propio Sebastián del Amo, parece simple: la historia se centra en el productor que levantó la película Around The World in Eighty Days en 1956. Y visto que Mr. Todd no tiene ni idea de quién es “Cantinflas”, el guión puede llevarnos de regreso a los años en que Mario Moreno comenzó su incursión en el teatro de carpa. La historia va y viene entre tiempos y cuenta efectivamente dos historias que confluyen en una escena climática que nos deja con ganas de más. No está mal. Además, con un personaje tan controvertido, manoseado, criticado (bien y mal) y, en suma, tan poco comprendido como “Cantinflas”, lo mejor era ser superficiales, que no frívolos. La película cuenta bien lo que todo mundo sabe y lo hace con buena producción, buena imagen y una extraordinaria actuación (que no imitación). Con respecto a lo que no todo mundo sabe o no recuerda de la misma forma, los escritores pasan por ahí con pies de barro. No se detienen ni en el activismo político ni en las relaciones amorosas de “Cantinflas” ni mucho menos en el sucio asunto de la lucha por su fortuna personal.

En este y otros sentidos la forma en que los guionistas llevan adelante la historia recuerda el Chaplin que dirigió Richard Attenborough en 1992. Attenborough no hubiese podido entrar en detalles con respecto a la pugna entre Chaplin y Edison, por ejemplo. No lo hizo o, al menos, no a profundidad. El mejor ejemplo, me parece, de un guión con base en un personaje tan complicado es The Queen, obra maestra de Stephen Frears de 2006. En Cantinflas, como en las películas de marras, los guionistas tienen la sabiduría de dejar pasar las partes que pudiesen ofender a muertos y a vivos para centrarse en el retrato (que no la caricatura) de un hombre tan complejo, tan amado y odiado como Mario Moreno “Cantinflas”.
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Cantinflas. Dirección: Sebastián del Amo. Guión: Edui Tijerina y Sebastián del Amo. Música: Aleks Syntek. Fotografía: Carlos Hidalgo. Con Óscar Jaenada, Michael Imperioli e Ilse Salas. México, 2014.

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