jueves, 8 de enero de 2015

El amor que mueve las estrellas

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

“Stephen, necesitas una enfermera”. “No tenemos dinero para una enfermera, papá”. “Eres famoso en el mundo entero”. Hawking sonríe en la película The Theory of Everything y responde: “Soy famoso por teorías físicas, papá, no soy una estrella de rock”.

En este diálogo he encontrado las razones de algo que, confieso, siempre me pareció sospechoso: la insaciable necesidad de fama de Stephen Hawking, un extraordinario físico que se volvió más bien divulgador. Esta película (y el libro de su mujer en el que está basada) me han dado la respuesta: el hombre necesitaba dinero no solo para seguir vivo, sino sobre todo para aliviar la existencia de una mujer que lo quiso tanto que no es exagerado decir que ella lo hizo vivir.

The Theory of Everything no es una gran película pero deja buen sabor de boca y ofrece una actuación realmente memorable. Eddie Redmayne es Hawking. Frente a nuestros ojos se va desmoronando hasta quedar postrado en esa silla de ruedas desde la que habla con macabra voz de robot. Es lugar común decir que un actor es bueno cuando interpreta a un enfermo, pero durante la escena más emotiva de esta película, Stephen Hawking se levanta de su silla de ruedas y se aproxima a una muchacha para entregarle la pluma que se le cayó. Esto hay que verlo.

Resulta paradójico constatar además que un físico que trata de probar que Dios no existe haya sobrevivido gracias al tesón y, en suma, la fe de una mujer que se confiesa creyente. La película, sin embargo, pasa por encima de las discusiones teológicas que se desprenden de diversas conclusiones físicas y se centra en una historia de amor que, a mi parecer, comienza demasiado rápido. Él y ella se conocen. Corte. Están enamorados y hay fuegos artificiales en el cielo inglés. Uno perdona estas cosas porque el director quiere pasar rápidamente al conflicto, esto es, a las luchas cotidianas de una mujer que aún pertenece a la clase media inglesa y que se las ve negras para cuidar de un hombre inválido y los tres hijos que, con todo y la enfermedad, han procreado en diversos actos sexuales que director y guionista tienen el buen gusto de ahorrar al espectador.

He leído en internet que se discute la entereza moral de Stephen Hawking quien aparentemente aquí engaña a la mujer que le ha sido tan leal. Yo creo, sin embargo, que quien vea la película encontrará que ella confiesa en su autobiografía que su marido era tan inteligente y sensible que en realidad decidió “liberarla”. Y la liberó con una buena pensión. Ya se había vuelto el rockstar que puede pagar casi todo.

En realidad, The Theory of Everything es una biografía autorizada; los protagonistas son héroes que luchan contra el destino. Por otra parte, la teoría del todo sigue siendo ésta: el sacrificio de ella por el físico más notorio del siglo XX y el sacrificio de él por la mujer que más amó. Aunque Hawking no deje espacio para Dios en su mente, sigue siendo cierto aquello que escribió Dante: es el amor el que mueve al sol y a todas las demás estrellas.

The Theory of Everything (La teoría del todo). Dirección: James Marsh. Guión: Anthony McCarten basado en el libro de Jane Hawking. Fotografía: Benoît Delhomme. Con Eddie Redmayne y Felicity Jones. Gran Bretaña, 2014.



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