viernes, 16 de enero de 2015

Madre sólo hay una… y qué bueno

Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora

Contendiente por la Palma de Oro en Cannes y ganadora del Premio del Jurado, Mommy es una obra canadiense que introduce al espectador en la que es, a decir de los freudianos, la relación más compleja del ser humano. He aquí una película más de madres disfuncionales e hijos con un tornillo que da tumbos en la cabeza.

Es de notar que Mommy se inserta en una larga tradición de cine francófono que retrata estas relaciones tan complicadas. En Bélgica hace ya varias décadas se filmó Las bodas bárbaras, adaptación de una novela ganadora del Premio Goncourt con la que uno terminaba por odiar a la madre tanto como la amaba el hijo medio tonto. En Bélgica, también los hermanos Dardenne han rodado algunas de las películas más inquietantes en torno a esa madre de la que, gracias a Dios, solo hay una.

Creo que la tradición francófona se regodea en lo malo de mamá por influencia de Los cuatrocientos golpes. No es que la madre de Antoine fuese mala, pero al menos era indiferente y, llegado el momento, rompía el corazón de su hijo. Los sucesores de Truffaut han llevado esta relación hasta los extremos de esta Mommy quebécois que no sabe qué hacer con un hijo que en un segundo la ama y al otro quiere matarla.

En efecto, Steve tiene problemas. Tantos que, desde el inicio de la película, sabemos que se está sacando un boleto para el psiquiátrico. Lo interesante sin embargo es descubrir que con la madre de Steve ser normal sería un milagro. No es que Mommy sea mala, no, está incapacitada y por más que es adorable también es irresponsable, infantil y contradictoria. A este dúo disfuncional se une en la pantalla una misteriosa vecina que los perversos como yo creen adivinar que tiene una suerte de enamoramiento (al menos platónico) con el muchachito mal portado.

Mommy ofrece al público la fórmula para hacerse con un hijo incapaz de controlar sus impulsos. El montaje y la historia recuerdan a Ken Loach por su retrato de las clases bajas de un país del Primer Mundo, pobres que en México serían de clase media más bien acomodada pero allá… Aparentemente, la película está diseñada para que uno concluya que la pobreza es un factor en la mala educación que padecen el adolescente y su mamá.

En muchos sentidos Mommy completa el retrato de la juventud norteamericana que este año ofreció Richard Linklater con la sorprendente Boyhood. Las clases pobres de Estados Unidos y Canadá se nos presentan con un dejo de poesía en estos retratos de adolescentes que no saben qué les traerá el futuro. Además, creo que tanto Mommy como Boyhood consiguen esa poesía visual que tanto disfrutan los espectadores sensibles a causa de las nuevas tecnologías fílmicas; a saber, el video. En efecto, ya Boyhood demostró que se puede seguir a un niño durante doce años; desde la niñez hasta el inicio de la adolescencia. Mommy demuestra que el video va más allá del videoclip y está ofreciendo a los artistas audiovisuales nuevos medios para contar la vieja historia del irremediable amor disfuncional entre un muchacho sin escrúpulos y una mujer tan adorable como incapaz de ser mamá.

Mommy. Dirección: Xavier Dolan. Guión: Xavier Dolan. Fotografía: André Turpin. Música: Noia. Con Anne Dorval, Antoine-Olivier Pilon y Suzanne Clément. Canada, 2014.


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