Por: Fernando Zamora
@fernandovzamora
“Stephen, necesitas una enfermera”. “No tenemos
dinero para una enfermera, papá”. “Eres famoso en el mundo entero”. Hawking
sonríe en la película The Theory of
Everything y responde: “Soy famoso por teorías físicas, papá, no soy
una estrella de rock”.
En este diálogo he encontrado las razones de algo
que, confieso, siempre me pareció sospechoso: la insaciable necesidad de fama de
Stephen Hawking, un extraordinario físico que se volvió más bien divulgador. Esta
película (y el libro de su mujer en el que está basada) me han dado la
respuesta: el hombre necesitaba dinero no solo para seguir vivo, sino sobre
todo para aliviar la existencia de una mujer que lo quiso tanto que no es
exagerado decir que ella lo hizo vivir.
The Theory of
Everything no
es una gran película pero deja buen sabor de boca y ofrece una actuación realmente
memorable. Eddie Redmayne es
Hawking. Frente a nuestros ojos se va desmoronando hasta quedar postrado en esa
silla de ruedas desde la que habla con macabra voz de robot. Es lugar común
decir que un actor es bueno cuando interpreta a un enfermo, pero durante la
escena más emotiva de esta película, Stephen Hawking se levanta de su silla de
ruedas y se aproxima a una muchacha para entregarle la pluma que se le cayó. Esto
hay que verlo.
Resulta paradójico constatar además que un físico
que trata de probar que Dios no existe haya sobrevivido gracias al tesón y, en
suma, la fe de una mujer que se confiesa creyente. La película, sin embargo,
pasa por encima de las discusiones teológicas que se desprenden de diversas conclusiones
físicas y se centra en una historia de amor que, a mi parecer, comienza demasiado
rápido. Él y ella se conocen. Corte. Están enamorados y hay fuegos artificiales
en el cielo inglés. Uno perdona estas cosas porque el director quiere pasar rápidamente
al conflicto, esto es, a las luchas cotidianas de una mujer que aún pertenece a
la clase media inglesa y que se las ve negras para cuidar de un hombre inválido
y los tres hijos que, con todo y la enfermedad, han procreado en diversos actos
sexuales que director y guionista tienen el buen gusto de ahorrar al
espectador.
He leído en internet que se discute la entereza
moral de Stephen Hawking quien aparentemente aquí engaña a la mujer que le ha
sido tan leal. Yo creo, sin embargo, que quien vea la película encontrará que ella
confiesa en su autobiografía que su marido era tan inteligente y sensible que
en realidad decidió “liberarla”. Y la liberó con una buena pensión. Ya se había
vuelto el rockstar que puede
pagar casi todo.
En realidad, The
Theory of Everything es una biografía autorizada; los protagonistas son
héroes que luchan contra el destino. Por otra parte, la teoría del todo sigue
siendo ésta: el sacrificio de ella por el físico más notorio del siglo XX y el
sacrificio de él por la mujer que más amó. Aunque Hawking no deje espacio para
Dios en su mente, sigue siendo cierto aquello que escribió Dante: es el amor el
que mueve al sol y a todas las demás estrellas.
The Theory of Everything (La
teoría del
todo). Dirección: James Marsh. Guión: Anthony McCarten basado en el
libro de Jane Hawking. Fotografía: Benoît
Delhomme. Con Eddie Redmayne y
Felicity Jones. Gran Bretaña, 2014.
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